miércoles, 25 de junio de 2014

Freedom.

Esa sensación que te llena cuando sales de tu casa sin pensar a qué hora vas a volver, ni qué tienes que hacer; cuando te tumbas en la hierba o en la arena de la playa y sencillamente te dedicas a mirar al cielo y ver las nubes moverse sin pensar en nada, sintiéndote pequeño de nuevo; cuando respiras profundamente, sin prisas y con los ojos cerrados, disfrutando de cada centímetro cúbico de aire que ni es fresco ni es puro, pero que te sienta igual de bien que el del monte más despejado; o cuando haces planes, sueñas y cumples esos sueños uno tras otro, arriesgándote, viviendo un poco más al límite; cuando olvidas lo que significa la rutina, el cansancio.
 Toda esa sensación parece que nunca llega en los peores momentos, pero que cuando la saboreas, y más si es después de no sentirla en mucho tiempo, te llena en un solo segundo desde los pies hasta la cabeza, como un hormigueo que te hace sentir viva, invencible, imparable. Esa sensación deja para el arrastre la potencia de cualquier droga por muy pura que sea, por muy fuerte que te machaque el cuerpo, porque es más adictiva, más intensa, con el único efecto secundario de la necesidad de más y más cada día, cada hora, con una terrible sensación de estar encarcelado cuando alguien te la arrebatada ya sea para tu cuerpo o para tus ideas.
Eso por lo que muchos antes han luchado, han sufrido, han batallado, porque su precio supera en miles al de la piedra más preciosa, y sin duda es el premio más grande al que cualquier hombre aspira en su vida. Eso que te hace poder decidir, poder mirarte cada día al espejo y ser quien quieres ser, donde quieres serlo y con quien quieres serlo, sin miedo. 
Esa sensación, la libertad

jueves, 19 de junio de 2014

La suerte de mi vida.

Me gustaría poder decir que el título de este pequeño proyecto es gracias a mi, que si no tengo miedo a todo lo que viene por delante es porque el coraje me sale de dentro, pero muchísimas veces no es cierto.
La gran mayoría de veces, ese valor es prestado, adherido desde otras personas que me empujan a seguir para delante, que me animan y me acompañan. Es cierto, yo no soy valiente y casi nunca lo he sido. Un poco kamicace, con algo de mal carácter y mil pájaros en la cabeza, si, pero nunca valiente. Yo soy de las que salen corriendo, corren hasta quedar sin aliento y luego se echan a llorar, intentando solucionar  así los problemas. De las que se quedarían debajo de la colcha eternamente antes de salir y asumir que es hora de tomar decisiones. Y si acabo eligiendo los caminos, si sigo hacia delante es siempre porque, desde hace dos años, seis meses y diez días, es él quién me dice 'adelante, tú puedes. Yo creo en ti' y me inyecta el coraje que  mi me falta. Cuando me caigo, y sólo deseo quedarme tirada porque ya no puedo más, cuando no soy capaz de mirarme en el espejo por miedo a no gustarme lo que veo, cuando me siento perdida porque las cosas se tuercen; siempre está ahí, con esa persistencia, ese valor, esa fuerza, como si nada fuese a poder nunca contigo, con nosotros, y me haces levantarme, esforzarme. Y quizá el resultado no sea siempre como esperamos, pero nunca me queda esa duda de pensar qué habría pasado si hubiese dado un paso al frente.
Por eso, por ser mi valor, por no dejar que me sienta cada día más pequeña, más frágil, más inútil, sino todo lo contrario, más fuerte, más grande, más especial, gracias

miércoles, 18 de junio de 2014

High school.

"Hay una verdad universal, que todos debemos afrontar queramos o no, al final todo se acaba. Por mucho que deseara que llegase este día, nunca me han gustado mucho los finales...El último día de verano, el último capitulo de un buen libro, separarse de una buena amiga.
Pero los finales son inevitables. Llega el otoño. Cierras el libro. Dices adiós. Hoy es uno de esos días  para nosotros. Hoy nos despedimos de todo lo que era familiar, todo lo que nos resultaba cómodo. Pasamos esa página. Pero solo por que nos vamos , y eso duele...
Pero hay personas que son una parte tan importante de nosotros que estarán siempre ahí pase lo que pase. Ellos son nuestra tierra firme, nuestra estrella polar, y esa voz de nuestro corazón que siempre nos acompañara..."

¿Cuántas veces hemos deseado que llegase este momento? Acabar el instituto. Yo, personalmente, desde el primer día. Las clases insufribles, los profesores que por alguna extraña razón les molestaba verte feliz, las horas muertas sin poder irnos porque éramos demasiado pequeños, esos compañeros que nunca te permitieron llevar una vida del todo tranquila. Para mi, desde el primer día del segundo curso del instituto, mi única meta era acabar, salir de ahí. Sabía que lo que venía después era más duro, pero era diferente, y estaba cansada de todo lo que era igual.
Hoy  hace un mes que terminé, oficial e irrevocablemente el instituto. Fin. Se acabó. Y quizá he tenido que llegar hasta el último curso  para darme cuenta de que todas esas cosas horribles, hoy me han hecho más fuerte. Y agradecer, una y mil veces, a esas personas, profesores y compañeros, que me llevo conmigo y que sé que de un modo u otro, forman parte de mi. 
No me siento más adulta, ni más inteligente, seguramente no recuerdo la enorme mayoría de los conocimientos que he adquirido en el instituto sobre Historia, Filosofía... Pero aún así si me siento más preparada, más capaz y sé que no habría sido así sin todas esas durezas que se me han puesto de camino y que casi siempre, han podido conmigo. 
Ahora lo pienso, y ojalá pudiese quedarme para siempre en el instituto. Lo perfecto que fue el primer curso, lo pérdida que me sentí en el segundo, lo lista que me creí en el tercero, lo maravilloso que fue el cuarto, lo duro que fue el quinto, y lo mucho más duro que ha sido el sexto. Seis años que además de dentro de las aulas, han estado llenos de altibajos, de problemas, de decepciones, de dolor, de soledad e incomprensión, pero también de sorpresas, que ilusiones, de personas increíbles y de un amor eterno. Seis años de los cuales no cambiaría ni un segundo, porque me han traído hasta donde estoy, diciendo adiós a mi vida del instituto, cerrando ese capítulo y comenzando uno nuevo, con pocas cosas en común, pero sin duda, las más importantes. 

Ready.

Hace años, comencé con "Suenan las alarmas, algo está cambiando" porque sentí que ese era mi mensaje, hacer ver a todo el mundo que algo estaba a punto de suceder, que algo iba a cambiar. Lo que quizá no sabía es que ese algo, era yo, y lo que necesitaba era una válvula de escape, una manera de gritar sin que nadie me oyera, un modo de dar la voz de alarma sobre todo lo que  pasaba en mi vida sin que nadie llegase a saberlo jamás. Y cuando lo hice, cuando grité en silencio, cambié, y mi pequeño rincón, que tarde o temprano se convertiría en "Inevitable, casi como equivocarse". Este segundo título no fue más que una conclusión que saqué al compás de Amor clandestino y que en aquel momento no significó tanto como significaría más tarde, cuando realmente aprendiese que no había ni empezado a equivocarme. Entonces me di cuenta de que mis valores, mis principios, mis finales, todo podía venirse abajo en cualquier momento por motivos que yo creí suficientes, pero que más tarde descubrí sobreestimados. 
Cuando paré y salí de aquel frenesí de elecciones, de prisas, de dolor, me di cuenta de todo lo que sucedía a mi alrededor y decidí darme una nueva oportunidad, encontré un camino que jamás había explorado, que siempre había estado ahí, y que nunca había tenido el placer de recorrer. Un camino por el que andar despacio, sin prisa, sin perseguir metas incalcanzables, sin tropezones con las mismas piedras, tranquila, yo. Y así, al cabo de unos meses nació "Take another chance". Mi escudo, mi fiel aliada, mi diario, mi espejo. Este último rincón me ha acompañado en cada momento de debilidad, en cada instante de inspiración, y me ha servido para dejar sentencia de cómo me he sentido en algunos de los instantes más dolorosos, importantes, maravillosos e inolvidables de mi vida.
Durante estos últimos cinco meses he renunciado a todos estos placeres, a escribir, a leer, a encontrarme con mi alma, a hablar con ella hasta que se hiciese de día, por una meta que hoy, de una forma u otra, he alcanzado. Y hoy ya  no puedo volver y retomar esa vía de escape por donde la dejé porque lo que viene por delante es completamente nuevo, y como tal, se merece un hueco nuevo. Hoy acaban los primeros años de mi vida, exactamente diecisiete años, siete meses y diez días con sus noches. Hoy quiero renovarme, empezar otra etapa. Hoy necesito otra oportunidad, hoy necesito un nuevo capítulo, un nuevo capítulo sin miedo.