viernes, 20 de noviembre de 2015

Mi suerte

Siempre he sido una persona racional, de las que tienen opiniones sobre todo. Por ejemplo, sobre el llamado "amor de tu vida" tengo la opinión de que es algo que no sabrás hasta que no seas mayor y susodicha vida haya pasado. Aún así, saltándome mis propias ideas, no soy capaz de no pensar una vida contigo. No soy capaz de no imaginarme tiempos duros y tiempos buenos, todos contigo. Seguir creciendo como personas, uno al lado del otro, seguir acompañándonos, seguir queriéndonos cada día. 
De todos modos, haciendo caso a mi parte racional, me limitaré a hablar de lo que sé. Y lo que sé es que hoy es ya veinte de noviembre, que en siete días cumples dieciocho años y que en menos de tres semanas hará cuatro años del día que me cambió la vida. Créeme, no estabas en mis planes, al menos no de la forma que has terminado estando. Siempre fuiste una parte invariable de mi vida, eso que está cuando todo cambia, un lugar donde sentirme como en casa. Pero no pensé que además me harías sentir muchas cosas más. En cuatro años, amor, me has hecho sentir enorme sin llegar a medir un metro sesenta, tanto como para tocar las nubes, como para mirar por encima del hombro a los problemas y saltar cada dificultad que se ponía por delante. Me has hecho sentir fuerte siendo una niña menuda capaz de plantar cara a todos y cada uno de los malos momentos, sólo porque sabía que aunque lo intentase y no lo consiguiese, tú estarías conmigo para luchar a mi lado, rendirte a mi lado, ser derrotado a mi lado. Me has enseñado a quererme, a quererte, a querernos. A quererme a mí aceptando lo que nunca aceptaba y aprendiendo de mis errores. A quererte a ti aprendiendo que el amor crece despacio, que hay que ir poco a poco y que la recompensa es sentir en el pecho algo maravilloso cuando te veo aparecer. A querernos dándome cuenta de que cuando el amor vale la pena, nada puede destruirlo; que nuestro amor tiene marcas, cicatrices, fisuras, golpes, grietas, y que con el tiempo tendrá un millón más, pero aún así es precioso a su manera y algo por lo que merece la pena tener todas las peleas del mundo, porque los momentos buenos siempre ganarán por más que goleada. 
En definitiva, en estos cuatro años he crecido (no te rías, sé que no físicamente) gracias a ti y me gusta pensar que tú también gracias a mí. Somos un tandem perfecto. Por eso, aunque durante toda la vida he dicho que el amor de una vida se conoce al final de la misma, lo que yo veo cuando te miro sé que no puede ser otra cosa.
Te quiero, pase lo que pase, digan lo que digan y cueste lo que cueste. 
Siempre serás mi suerte.