viernes, 25 de julio de 2014

C.

Creo que he tardado más de la cuenta en ser consciente de que no estoy preparada para acabar con esto, para cerrar esta etapa, que aún quiero más. Quiero mas errores, quiero más momentos irrepetibles, quiero mas luchas por progresar. Y lo más triste es que ni siquiera puedo acogerme a eso de que "no sabes lo que tienes..." porque yo sí lo sabía. Era perfectamente consciente de que la rutina, ese grado de agobio, la limitada libertad y responsabilidad eran mi terreno, mi territorio, ahí caminaba segura de mí misma, cómoda, tranquila. Pero me han sacado de ahí.
Por un momento siento envidia de los que no llegaron a donde estoy yo, lo que aún no tienen que decidir o han podido retrasarlo por algún motivo, porque yo ahora mataría por un año de margen. Solo un año. Necesito ser mas fuerte, saber más, haber vivido más.
Parece estúpido después de diecisiete años preparándome para lo que viene ahora, debería estar más que lista, pero me falta algo. Sé cómo va a ser, sé con quién va a ser, sé dónde va a ser, pero aún me queda por saber quién voy a ser yo. Cuando me saquen del instituto, del pueblo, de la comodidad, ¿quién seré? Ya no una niña, desde luego no una mujer. Ya no la hija de nadie, ya no la hermana de nadie, ya no la nada de nadie. No servirán para nada todos mis absurdos e impulsivos actos para mostrarme ante los demás como alguien sólida y valiente. No tendrán sentido mis arranques de sensatez y madurez para que se enorgulleciesen de mí. En nada quedarán mis triunfos, mis derrotas, porque eso sólo será parte de la imagen irreal e ideada que he proyectado durante años al mundo. Y detrás de eso sólo yo. Sólo Candela. El problema es que después de tantos años trabajando por crearme a mí misma en la mente de los demás, de todas las personas que me he cruzado en la vida, seguro que quién más torpemente respondería a la pregunta de quién es Candela, sería yo.