jueves, 16 de junio de 2016

Era irónico.

Era irónico,
porque sentía que nos estábamos diluyendo
en una mezcla de rutina
y cambios a toda velocidad.
Sentía que la vida
pasaba corriendo, arroyándonos
de la misma forma
que el tiempo dejaba de pasar.
Era irónico,
ninguno podíamos hacer nada
tan sólo esperar,
esperar a que todo cambiase
cuando lo que más temíamos
era que todo fuese distinto.
Creía que los huracanes eran brisas
que los terremotos,
la vibración de tu pecho al reírte
y no era consciente
de que el mundo,
tal y como lo desconocía
estaba transformándose
segundo a segundo.
Era irónico,
pero buscaba en tu presencia
el ancla para soportar la tormenta
que no estaba sucediendo
en ningún punto del mundo
excepto en ese espacio
que separa tu cuerpo del mío.
Y cuanto más me acercaba a ti
más agua tragaba
y cuando más me alejaba
más me empujaban
las olas contra tu boca.
Era irónico,
pero por un instante creí
que habías venido a salvarme
a evitar que nada pudiera herirme
pero lo que de verdad hiciste
fue enseñarme
enseñarme a levantarme,
a caerme, y a levantarme.
Siempre pensé que no existían
las medias naranjas,
los catorces de febrero,
pero entonces llegaste tú;
y fuimos disfuncionales, caóticos,
usamos la cabeza
pero para darnos golpes uno contra otro.
Era irónico,
parecía que lo último que necesitábamos
era estar cerca el uno del otro,
que habíamos agotado
todos los vales que da la vida.
Y sin embargo aquí estamos
manteniéndonos sólidos,
viendo las cosas pasar,
cambiando,
soportando las inclemencias
de los sentimientos más sinceros,
ayudándonos a escupir el agua,
salvándonos, completándonos,
y curándonos las brechas.
Era irónico,
pensé que te conocía desde hacía tiempo
y lo que aún me quedaba por hacer
era encontrarte;
y cuando lo hice, no sólo te descubrí a ti
sino a mí misma, siendo yo contigo.

C.A.T

No hay comentarios:

Publicar un comentario